"No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela de tu frente,mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma, y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás conmigo.
Aquí, mujer, te dejo tu figura."
RETRATO DE MUJER
Gonzalo Rojas



sábado, 21 de enero de 2012

XVIII

“La pasión surge en el miedo”, dijo Ella mientras apretaba el volante con la mirada lejos de la ruta por tener los ojos llenos de recuerdos. Desmenuzaba su vida como robándole los pétalos a una margarita, los que luego iba tirando uno a uno hacia la orilla del camino. Yo la observaba con asombro, y con la certeza de que era cierto.

La pasión estalla en el amor que tiembla de terror a ser abandonado, cuando se desdibuja el cuerpo amado y la piel propia lo rodea para fundirlo, atraparlo, sellarlo a los huesos y a los poros. Cuando se busca en la inmediatez de un segundo entregar la vida, porque el mañana es muerte.

La pasión se alimenta de la temida y potencial despedida, es ahí cuando rugen los sentidos y se erizan los besos, cuando arde el vientre, cuando el sudor corroe los pliegues de la carne y quedamos desnudos con el alma hirviendo. Es en ese instante.

Tomé sus recuerdos como si fuesen míos, tanto los conocía que podría haberlos vivido. Pero eran de Ella, la misma que seguía conduciendo un automóvil que nos llevaba hacia el mismo lugar que nos vio ausentarnos, el mismo lugar que por tantos años ha testificado las heridas.

Y el amor sereno?, pregunté al aire, sin querer recibir respuesta, pero Ella no quería más silencios.

Es cansancio, dijo al mirar mi corazón tendido. Es el amor que se ha cansado de temer y se arrulla en el regazo. Es el sabio instinto de sobrevivencia.

No quería seguir escuchando pero Ella no quería seguir callando.

Traté de evadir sus palabras girando mi tristeza hacia la ventana, pero la calle estaba muda, ni siquiera las veredas emitían pasos, ni los árboles suspiros.

Y Ella hablaba. De la quietud inerte, de la tibieza impasible, de las salivas que quedaron en un beso olvidado, de la madurez tranquila y los vientres congelados.

Entonces quiero tener miedo, dije con una voz ventrílocua que no venía de mi garganta. Quiero temblar, aterrarme, sudar, beber, desfallecer, resucitar y arder. Quiero tener miedo.

Ya lo tienes, dijo Ella mirando mi corazón exaltado…. Ya lo tienes.

10 comentarios:

Mariluz GH dijo...

Lo tienes, te dijo Ella; y qué bien lo has escrito, te digo yo. Atrapas con tus letras, tus silencios...

un abrazo grande grande

TORO SALVAJE dijo...

Yo también quiero tenerlo.
Me pudre la maldita madurez.

Besos.

Sandra (Aprendiz de Cassandra) dijo...

Tú no has madurado, no te jactes. Recuerda, eres un niño con el ceño de abuelo...

TORO SALVAJE dijo...

Eso no me lo dices a cinco centímetros de mi boca...

Sandra (Aprendiz de Cassandra) dijo...

No te jactes...

TORO SALVAJE dijo...

No me jacto.
Es cierto.

Sandra (Aprendiz de Cassandra) dijo...

Ahora me jacto yo...en el juego de las intermitencias.

TORO SALVAJE dijo...

Jactarse a miles de quilómetros es muy fácil.
Recuerdo una tarde en la que no te jactabas de nada.

Sandra (Aprendiz de Cassandra) dijo...

Vi lo mismo pero al revés...

MentesSueltas dijo...

Hola Cassandra, paso a dejarte mi abrazo.


MentesSueltas