"No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela de tu frente,mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma, y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás conmigo.
Aquí, mujer, te dejo tu figura."
RETRATO DE MUJER
Gonzalo Rojas



jueves, 17 de noviembre de 2011

XV

Era invierno,de esos con aroma a manantiales sureños. Caían los días abultados de noches, negociando con las horas que esquivaban el sueño,las caderas demasiado ceñidas y los ojos insomnes, buscando estrellas que fugarían intoxicadas tras del manto del humo citadino.

Sintió el preámbulo del silencio que se acercaba. Ella, la que pisaba fuerte, salió al frío.

Las calles se alfombraban de recuerdos y nostalgias, los faroles desparramando jirones amarillos. Oyó las voces del crepúsculo y olió la madrugada que olía a chocolate tibio. Con el pretexto de ser libre se lanzo a las distancias, y las razones se empollaron en el nido de sus manos desatadas.

viernes, 14 de octubre de 2011

XIV

Ella escribió sobre su piel anónima, tatuándose verdades. "Ya no seré la viuda de mi existencia", y arrasó el luto de su cuerpo convirtiendo en trueno sus palabras. Sabía lo que era aún antes de serlo, sabía que sus manos sanaban soledades y que sus miradas eran cómplices del silencio, que podía amar sin excusas ni decorados argumentos, que su espíritu podía volar o aquietarse junto al fuego.

"Estoy aqui, envuelta en carne, tengo fibras, poros, sangre. Tengo sensaciones, fríos, torrentes, humedades. Tengo una vida que clama desde la tierra, una piel que se eriza con el roce del viento, tengo alas transparentes que planean bajo mi oido y sobre los cimientos, tengo la fuerza de la sobrevivencia y la paciencia de la muerte."

No basta con lamer la herida si no se arranca la espina, no son suficientes las lágrimas para limpiar las ruinas, ni el cansancio consigue apurar el término del dia.

Y Ella detuvo con su voz la confusión de la tormenta, calmó el trepidar de sus pupilas con visiones nuevas, envolvió la tempestad con su cuerpo, recorrió hasta el omega del tiempo y aunque quiso volar, decidió aquietarse junto al fuego.

lunes, 1 de agosto de 2011

XIII

A veces Ella corrompía el frío desatando vapores de su piel, no creía en los naufragios, decía que los olvidos sólo son pasajeros extraviados en el tiempo, se reía de todo aquello que esperó y que no fue.
Besaba con labios inconclusos, creía que los besos siempre deben dejar sabores forasteros porque así vuelven a besar.
No existían razones que la hicieran razonar, por ello el mundo le fue cerrando las ventanas y abriendo los sentidos.
En homenaje a la vida detestaba el cautiverio, y liberaba las palomas que anidaban en sus manos.
A pesar de su mutismo huía del silencio, y se volcaba hacia la vida como bandera al viento, para decir lo que se debe callar, y callar lo tantas veces dicho.
Le temía a la palabras, por eso hablaba con sonrisas, creía que al reír se ofrece el cuerpo entero, la vértebras se expanden, se pincelan las mejillas, las manos cantan, las pupilas flotan componiendo caricias.
Le temía a las palabras porque se habían congelado, decía que hasta los verbos habían quedado estáticos, ya no resbalaban los conceptos haciendo cosquillas en las fragilidades, ya no temblaban los adjetivos asfixiando las plegarias o haciendo florecer los versos.

Ya no se arrepienten las voces por arrasar el equilibrio de lo intacto.

Reía ante el amor y el desamor, porque ambos son milagros complementarios. Sólo el vacío puede ser llenado.

No hubo quien quisiera escuchar su piel ni arrancar el frío de sus labios. No hubo quien creyera que la sonrisa puede recitar y explicar y prometer.
Cuando Él maldijo su silencio y se le opacó la mirada, Ella le regaló una líquida sonrisa, que resbaló por su mejilla e inundó su garganta.

Y llenó el vacío con silente llanto.

lunes, 3 de enero de 2011

XII

Ellas descendieron del universo a mis brazos, habitando cuerpos esculpidos por la vida, dejaron en el viento sus alas batientes para permitirse latir en mi regazo.
Ellas son verbo en futuro, rebeldes ante la inercia, se transforman, crecen, se modelan. Proclaman la esperanza en la agudeza de sus preguntas, y sin esperar respuestas, crean y fundan los mañanas.
Ellas acuden a mi inocencia antigua desempolvando las gastadas pupilas, sólo para verlas expandirse en la existencia, ligeras de equipaje, ingrávidas, con el sólo impulso del destino avivándoles el cuerpo.
Ellas se van haciendo verso a verso, como un poema improvisado, se inscriben en mi historia como prosa consagrada y en sus ojos triunfa la metáfora del tiempo.

Ellas descendieron del universo a mis brazos, y desde mis brazos saltarán a inventar nuevos universos.