"No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela de tu frente,mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma, y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás conmigo.
Aquí, mujer, te dejo tu figura."
RETRATO DE MUJER
Gonzalo Rojas



viernes, 30 de julio de 2010

II

Sucedió una tarde, no sabe ni quiere saber como se inició en el camino de las lágrimas. Sólo reconoce una frágil sacudida de sus vísceras al aire. Ella era simple, acariciaba el valor de lo poco y así de simple coincidía con las humildades. Ella no tenía rumbo, giraba en torno a las circunstancias, sin antes ni despueses, sólo existía en instantes que se suceden y desaparecen como tragados por el cosmos. Llevaba impresa las incertidumbres, los antagonismos y las vulnerabilidades. Ella sabia del amor, reconocía el palpitante destello de una mirada, sabía describir la perentoria armonía que se crea cuando gimen las entrañas. Ella conocía el desamor, había traspasado los límites de la locura ante la distancia, sabía describir la perfecta trilogía de una lágrima y todo el arcoiris de dolores que engendran los adioses.Tenía pieles transparentes, por lo que se veía todo aquello que guardaba, mas tampoco quiso nunca vestirse, toda indumentaria ajena a su propio cuerpo le incomodaba. Ella visitaba el universo, paseaba galopante al arrimo de las galaxias, nunca estaba lo suficientemente cerca, ni para asirla de la cintura, ni para abrazarla.
Porque existió esa tarde, había señalado en su calendario sensorial ese día primero, no podía ya guarecerse de él. Ni las estrellas ni los soles podrían cobijarla, permanecía en su memoria como reliquia enmarcada.
Porque existió esa tarde, Ella partió rumbo al mar una noche, la primera noche del iniciante ciclo que la amenazaba, quería disfrazarse de Alfonsina y regalarle un nuevo sitio a su alma.

1 comentario:

Unknown dijo...

La parte buena es que en todo camino recorrido es posible crecer. La no tan buena de no recordar el inicio de los caminos es que cuando se pisa terreno pantanoso se trata de regresar a terreno fértil y ya no se puede o más bien no se sabe cómo. Entonces se puede tomar atajos... que a veces son igual de pantanosos.
Aunque no siempre sea posible regresar, los inicios pueden servir de referencia, al menos para dilucidar qué tan lejos (o cerca) se está. El re-conocer(se) permite también agudizar el sentido de orientación.
Y se puede salir o desviar en tanto sea posible ver más caminos, más opciones.
Es hermoso e inspirador leer que ella haya sido simple y coincidido con las humildades, porque así tiene que haber sido muy enriquecedor poder conocerle.
Aunque suene paradójico, la simpleza y la humildad son fuentes interminables de riqueza.

Como para tomar clases de buceo...