Ella
tiene nombre… y sueños sin paracaídas. Las manos limpias, el corazón despertando.
Se entrega sin secretos, ofreciendo cada
compás de su pecho, los vaivenes de su alegría, los brotes de sus tristezas,
sus pasiones y agonías.
Ella
tiene pasados infligiendo heridas y heroicas
debutantes sonrisas. Tiene de regreso su intrépido amor a la vida, a la que
versa sus misterios, sus milagros, su anarquía.
Ella
escapa de sus prisiones, vistiendo de rojo encarnado, alarga las horas de las
pasiones, desnudándose despacio.
Se
reconoce.
Se
escribe.
Abultando
las páginas de su historia que osadas y vanidosas, desertan del anonimato.
Ella
puede disecar las lágrimas y guardarlas, y recurrir a ellas en los momentos
de despedidas, no teme a la sal de sus
fracasos ni al dulzor del firmamento que dibuja en sus manos. Ella es libre de
culpas y torturas, del temor a su mente, ya desertó el miedo a sus profecías, mientras
fueron cumpliéndose una a una enlodadas de mentiras.
Hoy
Ella tiene cuerpo vítreo y otro que suda y se estremece, juega a lanzar sus
pupilas al viento, planeando sobre madrugadas y laberintos. Deja como estela,
su cabello esparcido.
Ella
es instinto, ofrenda y delirio.
Ella
tiene nombre, el mío.
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