"No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela de tu frente,mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma, y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás conmigo.
Aquí, mujer, te dejo tu figura."
RETRATO DE MUJER
Gonzalo Rojas



miércoles, 8 de septiembre de 2010

VII

¡Ámame! le rogaba Ella con un grito en la mirada y en la voz, un rubor avergonzado.

Cada tarde se acercaba a sus ojos, esos ojos teñidos de selva esteparia.
Los besaba con labios brutalmente vivos, y se apartaba de ellos con la boca teñida de delirios. Cada noche le hablaba de sus tormentos, los que iba relatando con inusitada calma, se sentaba a sus pies con derrotado encanto cubriéndose la inercia con una manta. Le hablaba de los días que traicionan, de las horas que resbalan, le contaba de paisajes no encontrados y de todo aquello que iba perdiendo casi sin darse cuenta.

Al despertar, le saludaba con los sueños enredados, no esperaba la respuesta y se marchaba serena, durante el día le pensaba con silencio enamorado y esperaba las 6 con un latido entre las piernas.

Ese atardecer llegó a casa llorando, maldiciendo las calles con su gente tatuada, odiaba el otoño y el suicidio de las hojas hacia el viento. Lloraba sin consuelo, aunque lo buscaba.
Se abalanzó a sus brazos, se tendió en su pecho, mientras litros de sus lágrimas le iban cubriendo.

¡Ámame! le rogaba con un suspiro empapado, mientras la tristeza se le licuaba tras los párpados.

Una saliva amarga le hizo abrir los ojos y tembló de horror al ver un lago de colores exudando del rostro de su hombre. Estiró sus manos para alcanzar las pupilas verdes y palpó el lienzo húmedo e inerte.
Tocó los labios que derretían besos hasta el suelo, trazó con gélido espanto el perfil y las facciones que transfiguraban perversamente los gestos de aquel (su) hombre.
Vio escurrir entre sus dedos, su engendro de grafito y tinta, y vio desdibujarse entre sus manos su propia vida

¡Mátame!, le rogó con un ahogo desahuciado, mientras veía diluirse lentamente, aterrada y atenta, un amor diseñado con la pasión inventada tras todas sus ausencias.

¡Mátame! Le rogó, odiando sus lágrimas verdugas, ¡mátame ahora con las tuyas!.

Bebió gota a gota el óleo maloliente, y se tendió a sus pies, a pintar la muerte.

6 comentarios:

Logan X dijo...

BBBravoo!!
Cada día más fuerte, cada día más intensa.
Te transformas en droga..

La sonrisa de Hiperion dijo...

Amarse sin complejos... Parece fñácil, verdad?

Como siempre un placer pasar por aquí.

Saludos y un abrazo.

Mariluz GH dijo...

¡¡BRAVO!!

...y se tendió a sus pies a pintar la muerte... (suspiro)

abrazos, guapísima

Miguel Rodríguez dijo...

Tiene la fuerza de una mitología del amor.
Besos

virgi dijo...

PIntar los trazos que nos dan o nos quitan la vida.
Un abrazo

Fernando dijo...

la vida es una línea imprecisa a veces, el amor un río, la humedad persiguiendo la vida..