Sentada
al sol, como despedida. Embriagada de tibieza, llenitas todas sus memorias
hasta el punto que no cabían más recuerdos. No quería obligar a sus pasados a retorcerse
de forma ilógica en su cabeza, ni permitirle a la nostalgia hacer nido entre
sus piernas.
Se
iba desvaneciendo como boceto gastado, de tantos roces torpes o de olvido, iba
desapareciendo como por descuido.
Hubo
algo en esa última lágrima que fue capaz de borrarlo todo, y deshizo lo poco que
podría haber quedado de la nada que fue antes de ser dolor.
Quiso
decírselo, advertirlo de la corrosión de sus pupilas, que de tanta agua salobre
oxidaron su brillo. Quiso contarle de su corazón adormecido por la espera vacía
de esperanza, de sus labios acorralados por el silencio, de sus versos
olvidados bajo el mustio cansancio.
No
fue necesario, él dividió sus besos y los que le correspondieron a Ella, sabían amargos.
1 comentario:
Buenos textos para una tarde de relámpagos.
Un abrazo.
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